Cuando realizamos la planificación de la enseñanza hay que recordar que no se orienta solamente hacia los contenidos y metas que se le presentan a los estudiantes para estimular su aprendizaje.
Sino hacia ellos y sus procesos de adquisición y construcción de conocimiento.
Hace decenios venimos escuchando varias combinaciones de “aprender” y “activo” en oraciones sobre aprendizaje.
Por ejemplo, también existen las formulaciones de aprendizaje autorregulado, aprendizaje autónomo y aprendizaje independiente.
Entonces, ¿acaso desde hace tiempo se manifiesta una necesidad urgente en relación al estudiante y el dominio sobre su propio conocimiento?
Dejaremos que respondas esta pregunta individualmente.
Lo que entendemos por aprendizaje activo
Muchas veces está condicionado por los mitos que se encuentran alrededor de esta práctica o proceso.
Por ejemplo, hacer la clase más lúdica no es necesariamente aprendizaje activo ni volver la clase más “activa”.
¡Claro que ayuda! Pero va más allá que eso.
Por otro lado, no es necesario utilizar TICs a la hora de diseñar una clase activa.
Ah, ¿que hoy en día existen muchas herramientas y nos pueden ayudar a lograrlo? Es verdad.
Pero no te preocupes por dominarlas todas, iras aprendiendo.
Tampoco el aprendizaje activo es traspasar todo al alumno. Aquí está el tema. El alumno cambia su rol, se va a convertir en protagonista de su aprendizaje.
No significa que estemos en contra de las clases magistrales ni nada por el estilo, pero sí que aprendimos muchas cosas junto a Rayen Inostroza en la transmisión en vivo del 22 de julio cuando conversamos sobre este tema.
El papel que juega el docente como facilitador es muy importante y casi decisivo para que el estudiante pueda adquirir ese rol protagónico.
Entonces, ¿qué es el aprendizaje activo?
Empezaremos la respuesta a esta pregunta tomando en cuenta los principios de “aprender haciendo” y “manos a la obra”.
El aprendizaje activo sucede cada vez que tus estudiantes tienen la oportunidad de entrar en un espacio personal y sentirse capaces de hacer algo con sus propias manos.
Como docentes hay que tomar la decisión de estructurar y organizar la clase para que el estudiante esté cognitivamente activo.
Presentar el tema, hacerle preguntas y darle tiempo para pensar en la respuesta, es aprendizaje activo.
Con que el estudiante se tome dos minutos y elija lo que quiere responder, estás incentivando la curiosidad y puede ser muy valiosa la interacción que surja después de eso, en el momento, con sus compañeros de clase.
Para ayudarte a lograrlo, el aprendizaje se puede entender en 3 momentos
Momento 1: Conocer
Aquí es dónde te planteas: ¿Por qué y para qué le sirve a mi alumno lo que aprenderá?
Y es que el aprendizaje activo es un enfoque de enseñanza basado en una teoría de aprendizaje llamada Constructivismo.
Esta teoría enfatiza el hecho de que los alumnos construyen su propio conocimiento, y en ese proceso, también se construye el sentido.
Una buena forma de dar a conocer el contenido de forma organizada:
Es con herramientas organizativas, por ejemplo, un mapa mental.
Momento 2: Explorar
El alumno debe desarrollar la capacidad de dar una respuesta sobre lo que sabe de lo que está aprendiendo, que sea capaz de autoevaluarse.
Esto lo logra al reemplazar o adaptar conocimientos previos con niveles más profundos de comprensión.
Una buena forma de que pueda explorar es con “Aprendizaje basado en la resolución de problemas”:
Los alumnos aprenden a través del abordaje o de preguntas, del análisis de pruebas, del conectar dichas pruebas con conocimientos preexistentes y de sacar conclusiones.
Si seguimos con el ejemplo del mapa mental y pasamos de ese “Momento 1” a este “Momento 2”, un buen ejercicio sería separar en grupos a los alumnos en donde cada uno se encargue de una idea para hacer una fiesta y la desarrolle basándose en preguntas de este estilo:
- ¿Por qué crees que es bueno hacer una fiesta en la playa?
- ¿Qué cosas pueden salir bien o mal en esta fiesta?
- ¿Crees que se ha hecho una antes?
Momento 3: Comprender
En este último momento, luego de haber respondido en grupo o individualmente las preguntas, el alumno empieza a entrar en un proceso de autorreflexión.
Aquí observa cuáles fueron esos saberes previos que le permitieron conectar para procesar y luego comprender que es lo que realmente ocurre cuando aplica ese aprendizaje.
Reflexionar sobre sus hallazgos le permitirá valorar sus puntos fuertes y sus puntos débiles a nivel de cognición.
El trabajo del profe es que logren el aprendizaje, recuérdalo.
Para concluir
Primero que nada te queremos dar las gracias.
Tú, como tantos profesores, tienes una manera única y especial de dar clases, de interactuar con tus alumnos y de aplicar los métodos por los que te esmeras practicar cada día de la semana ¡sigue así!
El aprendizaje activo también es reconocimiento.
A nosotros nos encantaría saber de ti, conocerte.
Saber de dónde nos estás leyendo y qué te parece el aprendizaje activo.
Recuerda darle a tus alumnos el tiempo que necesiten para responder, ¡no somos todos iguales!
¡Hasta la próxima!